martes, 5 de febrero de 2013

Tres unicornios


5 comentarios:

  1. Todos los niños son especiales.
    Ana es una niña.
    Luego Ana es especial.

    Las tres líneas anteriores son un ejemplo de silogismo (ya sabes lo que es un silogismo) al que llevan de cabeza los tres pobres unicornios castigados haciendo el pino. ¿Qué han hecho, Ana? Perdónalos pronto o la sangre se les bajará a la cabeza, se les pondrá rojo hasta el cuerno y tendrás que avisar al médico y a una ambulancia; Miguel disfrutaría viéndola llegar. Pero no me puedo creer que tú quieras matar unicornios.

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  2. Primera interpretación de tu unicornia obra de arte:

    Podrían ser tres unicornios criados en una cueva de murciélagos. Quizás nacieron allí y se acostumbraron a estar en esa postura. A lo mejor solo están en esa posición para dormir. Ya sabes que los murciélagos duermen pegados al techo y boca abajo, en su oscura cueva. Pero es algo raro porque tienen los ojos abiertos.

    Segunda interpretación:

    Dejando ya aparte el asunto de los murciélagos. Puede ser que estén ensayando para algún número de circo, a lo mejor para uno que se llame "Equilibrismo sobre el cuerno".

    De cualquier manera, ten cuidado con esa postura; por ahora tienen buena cara más o menos, pero si siguen así mucho tiempo... no sé, no sé.

    El abuelo te puso un silogismo; yo te pongo otro, y así practicas:

    Todos los unicornios tienen su cuerno.
    Mamá--unicornio, papá--unicornio y Ana--unicornio son unicornios.
    Luego los tres unicornios tienen su cuerno.

    Miguel--unicornio no aparece, ¿podría haber ido de excursión con su colegio de unicornios?

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  3. ¿Narices?, ¿qué narices? Sigo pensando que los circulitos de cada ojo --según se mira-así-tal cual-- parecen más bien lágrimas que frente abajo se deslizan por la fuerza de la gravedad.

    Cuando Ana les levante el castigo --que ya va siendo hora-- y los tres torturados unicornios se pongan de pie, ¿cada uno tendrá entonces una nariz ¡por encima de cada ojo!, dos narices por cabeza?

    ¡Qué narices!, consúltese a la artista. Niños y artistas no suelen equivocarse; mamás y abuelos, bastante.

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  4. Requerida a ser de nuevo mediadora entre las dos partes una de las abuelas, gustosa y cumplidamente aceptó, manifestando tras su labor:

    1º, Que las "narices" que tanto repite la primera parte, pueden ser efectivamente narices si la artista ha querido dibujar a los tres pobres unicornios en una postura inverosímil pero bien dolorosa y comprensible si la intención de Ana era torturarlos hasta matarlos al romperse el cuello ellos mismos obligados a hacer un pino extremo y prácticamente mortal,

    2º, Que quizá la intención de la artista, segunda parte, no ha sido tan perversa y Ana se ha limitado a usar sin mala intención su libertad de niña y futura artista y cocinera (en este punto, según la requerida abuela, un testigo declaró haber visto a la propia dibujante preparando a los unicornados el desayuno --albahaca tierna y un té muy verde-- antes de aparecer, los muy desgraciados, en El Pinillo haciendo el pino), y

    3º, Que se oiga lo que la artista y su madre, esta segunda parte siempre en otra parte por otra parte, tengan a bien decir sobre narices y lágrimas (llegados a este otro punto, la abuela sonrió y sugirió la palabra "cejas" por si aceptándola las dos partes como fuese, terminan ya de una vez y al mismo tiempo la tonta disputa y la tortura de esas tres inocentes criaturas).

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  5. Para que cuando Ana les levante el castigo tras tantos días haciendo el pino no se vean humillados, ahora de por vida, con dos narices cada uno, una encima de cada ojo,

    ESTA PRIMERA PARTE o abuelo superviviente acepta la propuesta de la abuela requerida:

    ¡SEAN CEJAS!, caramba, hombre..., y nunca nunca tanta nariz por esas tres caras doloridas... Porque, caramba, etc. otra vez, gracias a la informática moderna yo mismo acabo de terminar con la tortura de los unicornios dándole a la foto una vuelta completa de campana... y me ha parecido intuir una nariz debajo de cada cuerno. Por cabeza tres narices con sus mocos respectivos, ¿no te parece ya demasiado, Ana?

    Además, la vuelta de campana ha descubierto que antes de la tortura los tres unicornios se habían dejado barba y tal vez bigote también (el cuerno impide verlo). Aunque también pudieran no ser barbas sino baberos olvidados por las mamás unicornias (cuernos las mamás, qué curioso, Ana).

    Mejor baberos, sí. Primero porque los bebés con barba y bigote son algo raros en todo Torremolinos. Y, segundo, porque las seis orejas en total parecen más bien seis huevos fritos: luego estaban comiendo. Y llegue el fin de semana,

    a ver si esa niña, Ana,
    le da por fin a la foto
    una vuelta de campana,

    y nos lo explica todo bien: PEZ, LIMÓN Y DESENGAÑO.


    [Y aquí espero que acabe la HISTORIA DE LOS TRES UNICORNIOS TORTURADOS. Yo puedo dedicártela a ti, para que vuelvas a leerla cuando cumplas, por ejemplo, 99 años. Y los dos, tú y yo, a Felipe, el abuelo no superviviente. Si lo puede ver, le gustará mucho tu dibujo. Señorita Ponepegas, ¿le parece bien?

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